sábado, 7 de enero de 2012

Viaje a Granada (I)

Lorca dijo de su Granada natal que era "...una ciudad donde el enamorado escribe mejor que en ninguna otra parte el nombre de su amor en el suelo". Juan Ramón Jiménez escribió: "Granada me ha cogido el corazón. Estoy como herido, como convaleciente..." Miles de visitantes quedan cautivos cada año de esta ciudad mágica que se extiende al pie de Sierra Nevada; la sensación de "encantamiento" es muy antigua, se inicia en la época del esplendor andalusí, se expande de forma efervescente durante el Romanticismo del XIX y continúa incorrupta hasta la fecha.


La torre de Comares (David Roberts, 1836)

Hay dos caminos que llevan a la Alhambra: el de la cuesta de los chinos y el de la cuesta de Gomérez, que es el más habitual. El primero, también llamado Cuesta del rey Chico (Boabdil) resulta más agradable si se utiliza de bajada, una vez visitada la Alhambra. Se inicia en la torre de los siete suelos, pasa por debajo del acueducto de la Acequia Real, continúa junto a un arroyo que rodea la murallas del palacio y atraviesa la torre de las Infantas, la de la Cautiva y la torre de los Picos. Al final del recorrido se llega hasta el río Darro y el paseo de los Tristes, llamado así porque era allí donde se iniciaba, en el siglo XIX, el trayecto de las comitivas fúnebres camino del antiguo cementerio. La bajada de la cuesta al anochecer es un verdadero regalo para los sentidos.



Patio de los leones (Eduard Gerhardt, 1848)

El siglo XIX supuso la exaltación de una imagen folclorista y falseada de Andalucía, cultivada por pintores, escritores e intelectuales que llegaban a España atraídos por un mito romántico: el del bello país meridional donde habitaban misteriosas mujeres y bandoleros temibles, un lugar lleno de exotismo donde se podían vivir aventuras sin cuento... "Un viaje por España es todavía una empresa peligrosa y novelesca; se arriesga la piel a cada paso; las privaciones de todo tipo, la ausencia de las cosas más indispensables de la vida, el peligro que os rodea..." De esta guisa escribía Teófilo Gautier en 1840, tras su viaje por España, abundando en esa visión romántica tan cargada de emoción y exotismo. Quizá el más conocido de estos viajeros ilustres sea el americano Washington Irving, embajador de los Estados Unidos en Madrid en el año 1826, quien prolongó su estancia en nuestro país hasta 1829 y escribió varios libros sobre España, siendo su obra más conocida, sin duda, los Cuentos de la Alhambra (1833)




La torre de las Damas (Maldonado photographs, 2010)

Irving se alojó en el mismo palacio de la Alhambra durante tres meses. Allí escribió algunos de los cuentos que después formarían parte del libro y disfrutó del encantamiento de Granada deambulando libremente por las salas nazaríes y bañándose en la alberca que hay al pie de la torre de las Damas en el calor de las noches veraniegas. El francés Próspero Merimée también se alojó en la fortaleza varios años después, viviendo como un verdadero sultán -hacía que le sirvieran la comida en el patio de los Leones- Merimée peregrinó durante tres años por tierras españolas, mientras redactaba sus Lettres d'Espagne, artículos de estilo costumbrista que enviaba periódicamente a la Revue de Paris. Su obra más célebre, Carmen, refleja de nuevo el tópico más típico de las gitanas, los bandoleros y las corridas de toros.




The Generalife at Granada. (Eduard Gerhardt, 1868)




1 comentario:

  1. Hola, querida Carmen, qué recuerdos me has traído a la memoria, estuve en Granada hace muchos muchos años y me pareció maravillosa, es una de las ciudades más encantadoras de la Tierra, lástima que no quede muy cerquita para darse un paseo por ella de cuando en cuando.

    Uno de mis amigos, el pintor Andrés Rueda, cuyos cuadros a veces ilustran algunos de mis poemas, se mudó a Granada hace poco más de un año y él, que ha vivido en varias ciudades españolas y en Alemania y hasta en París, me ha dicho que de Granada ya no piensa irse nunca, tal es el embrujo que ejerce esta maravillosa población.

    El libro de Washington Irving lo leí siendo adolescente y me fascinó y de Lorca, qué decirte, si es uno de mis poetas favoritos, si bien Juan Ramón Jiménez también me gusta mucho. Voy a leer la segunda parte de tu post, así que no me despido.

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